¿Qué es lo primero que se nos viene a la mente cuando escuchamos “masaje tailandés”? Es sabido que, aunque en muchos lugares se haya adoptado esta denominación para algunas prácticas de masaje bastante específicas, la técnica original tiene una motivación diferente y un origen muy interesante.
El verdadero masaje tailandés, conocido por nombres como nuat phaen thai, nuat phaen boran y nuat thai, fue acuñado por el médico indio Jivaka Kumar Bhacca – a quien se lo conoce en Tailandia como el “padre de la medicina” -, en la época de Buda. Desde su concepción, la técnica se inclinó por y evolucionó a partir de la idea de que el cuerpo posee líneas de energía en toda su extensión y que trabajarlas es necesario para armonizar los aspectos físico y espiritual de una persona.
La idea mencionada arriba está directamente relacionada con los conceptos del Yoga – que en India y Tailandia son conocidas de hace tiempo, hecho que no es sorprendente. La filosofía del Yoga considera que la energía vital, llamada Prana, se absorbe a por de lo que ingerimos y del aire que absorbemos, y que se esparce por el cuerpo a través de líneas de energía.
Por su parte, en el masaje tailandés se utilizan diez líneas específicas que se encuentran en puntos del cuerpo utilizados también por la acupuntura. Presionando ciertas áreas y facilitando que fluya la energía, el masajista logra tratar una serie de enfermedades y calmar el dolor de su paciente. Esto es posible debido a que, según la filosofía milenaria del Yoga, las dolencias surgen a partir de bloqueos energéticos y dificultades en la permanencia de la circulación del Prana.
Algunos de los procedimientos que realiza el masajista incluyen estímulos hechos con las manos y los pies, y es normal que una sesión de masajes hecha por profesionales calificados dure dos horas o incluso más. Durante ese tiempo, al paciente se le pondrán ventosas, le pisarán la espalda (todo con mucha seguridad y conocimiento de causa, claro) y se le colocará en distintas posiciones.
En el tratamiento original no se utilizan lociones ni aceites y, al revés de lo que se cree y ha sido erróneamente difundido, tampoco se le exige al receptor del masaje tener poca ropa. En realidad, es importante que tenga ropa suelta y cómoda. De hecho, hay mucho contacto físico entre el masajista y el paciente, pero sin ningún tipo de estímulo que pueda ofender o molestar: lo que se da son compresiones, torsiones y estiramientos.
Es imposible analizar el origen y la motivación del masaje tailandés separándolo de una práctica religiosa. Al tratar los dolores de los demás, el masajista practica la caridad y el amor al prójimo - enseñanzas largamente difundidas por Buda y extendidas a la población tailandesa (como ya hemos comentamos aquí, el budismo es la religión predominante en el país). Todavía hoy, muchos profesionales inician el tratamiento de sus pacientes con una oración, llamada Puja, para vaciar la mente de influencias innecesarias y lograr concentrar su atención en la cura que están a punto de realizar. Como vemos, este trabajo es casi una misión espiritual: en concordancia con una creencia en la fuerza, solamente un masajista concentrado y dedicado, inmerso en un estado meditativo, conseguirá percibir qué puntos necesitan más estímulo y hacer que el Prana vuelva a circular de manera correcta.
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